¿Quién es la musa que inspiró al equipo del Cholo Simeone?

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Irene Villa fue víctima de un atentado perpetrado por la ETA y le amputaron las piernas. Sin embargo llegó a ser periodista, psicóloga y deportista paralímpica y ahora dá charlas motivacionales para el Atlético de Madrid.

"¡Vamos por la madre, que la niña está muerta!'. A mí me examinaron y vieron que no tenía pulso, no respondía al electroshock. Me llevaron hasta un hospital cercano. Cuando llegó mi padre le dijeron que su hija no tenía piernas, ni manos -no era verdad, solo había perdido tres dedos-, y que tenía la cara destrozada -tampoco era cierto: me ha quedado una marca pequeña que ni se ve con el maquillaje-. Les dijo que no me salvasen, que para tener una vida así... Afortunadamente, el médico no le hizo caso". Mientras Irene Villa, de 35 años, está contando esto, en una pantalla aparecen imágenes de la chatarra enroscada que una vez fue un coche, de su madre rota y chamuscada y de ella misma con la carne desparramada por debajo del uniforme. Los asistentes contienen la respiración.

Ésa es la parte que menos le gusta de sus charlas, pero resulta difícil de evitar. "Suelo pasarla volando -explica-. Me entretengo más en otras cosas que han pasado después: lesiones deportivas, lo que me supuso dejar de entrenar, una operación en Suecia que se complicó bastante... son caídas que sufres y se trata de ver cómo te las arreglas para levantarte". Eso fue lo que les contó a los jugadores del Atlético de Madrid antes de su partido contra el Athletic -que, por cierto, ganaron-. Su entrenador, Diego Simeone, llevaba tiempo detrás de ella: el equipo está haciendo una temporada sensacional y una inyección de coraje viene bien para no relajarse en la recta final.

No es que se trate de una extravagancia del Cholo: Irene está habituada a este tipo de encuentros, en los que garantiza que su público saldrá de la sala listo para comerse el mundo. Ella forma parte de un selecto grupo de conferenciantes al que recurren empresas, clubes o educadores cuando necesitan superar un momento difícil, recuperar el entusiasmo o descubrir las ventajas del trabajo en equipo. Todos tienen en común haber alcanzado una meta después de salvar enormes obstáculos. Entre ellos hay empresarios de éxito, como Mark Zuckerberg, creador de Facebook; aventureros, como la alpinista Edurne Pasabán; pioneros, como el astronauta Pedro Duque, o sencillamente personas que se encontraron en una situación desesperada y lograron salir adelante. Ahí es donde encaja Irene.

"La palabra enseña, pero el ejemplo arrasa. Por eso emociona tanto la charla", dice. Es imposible que surta el mismo efecto el discurso de un tipo armado de datos y estadísticas que el de alguien que comparte experiencias que encogen el corazón de cualquiera. "Igual cuento lo mismo que otros, pero yo lo pongo a prueba. Lo que yo digo es que en la vida ocurren cosas que no elegimos, pero lo que sí elegimos es la forma en que las afrontamos. Todo está en nuestras manos. Con todo lo que te pase puedes crecer y fortalecerte o rendirte". Lo que sería cháchara y una sucesión de tópicos en boca de otro, ella lo convierte en verdad profunda y ejemplo vivo.

Villa irrumpió en la escena pública el 17 de octubre de 1991, cuando ETA decidió que su madre, una funcionaria que se dedicaba a hacer documentos de identidad, era una enemiga a eliminar y puso una bomba en su coche. María Jesús perdió un brazo y una pierna, pero su hija salió peor parada.

"Yo nunca me he sentido como una víctima, y ésa ha sido la clave para recuperarme. Me resulta muy triste que se sigan refiriendo a mí de esa forma, cuando soy una persona responsable de mi vida y de todo lo que he conseguido: de mis medallas en el deporte, de mis carreras, de mi familia, de mi hijo... Estoy ya cansada después de 22 años y de todo lo que me he labrado". Por supuesto que hubo lloros cuando se vio por vez primera en el espejo, y gritos por el dolor insoportable que le provocaban las curas, pero en esa parte tan dura no hay mérito. Sí lo hay, en cambio, en sobreponerse, en decidir estudiar para ser periodista y, tras lograrlo, licenciarse en Humanidades y, después, en Psicología.

También es prueba de un espíritu fuerte no resignarse a ver pasar la vida sentada en una silla de ruedas y atreverse a bucear o a tirarse por una pendiente esquiando. Y todo esto, claro, mientras se seguía sometiendo a operaciones, luchaba contra infecciones que podían haber acabado con ella y cambiaba hasta diez veces las prótesis que hoy le permiten andar sin muletas. El resultado de toda esta lucha es una mujer de aspecto saludable, espaldas anchas y hombros de atleta, con una cara bonita acostumbrada a sonreír y dueña de una voluntad que parece otra de las piezas de titanio que lleva en el cuerpo.

"Lo de las charlas no empezó de forma premeditada, sino que desde bien pequeña, con quince años, me invitaban a congresos por la paz y me decían que tenía que hablar porque lo hacía bien". La vida fue encauzándola en esa dirección, hasta convertir esa faceta en parte de sus ocupaciones profesionales. "No estudié Psicología pensando en las conferencias, per  nada es casual: todo es causal. Cuando, durante la carrera, estudiaba a Seligman y la psicología positiva, yo veía que eso ya me lo había enseñado mi madre. Me enseñó a ayudarme yo solita, y eso me ha permitido ayudar a los demás".

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